lunes, 12 de marzo de 2012

Antes de lo previsto.

Hoy, acostándome quince minutos antes de la hora de siempre, pienso que puedo aprovecharlos en escribirte. Solo escucho el sigiloso tic, tac de la habitación de mis padres y el eco que dejó un perro que aullaba. Ni en el peor, ni en el mejor de los momentos de mi vida, hubiera llegado a enseñar lo que escribo, cada pequeña parte de mi interior. De mi forma de pensar. O de mi gran imaginación. Pero hoy me gusta esa sensación, la sensación de poderme expresar como mejor quiera y pueda. De sincerarme con alguien sin problemas. De tener miedo de algo que se acerca. O de avergonzarme aún al recordar mis momentos embarazosos. Y es así, como decidí en un remoto momento de mi vida ser. O quizás, tan solo una parte de lo que quería ser. Todo es fácil si no tienes metas, pero no será por metas que me haya propuesto... Hoy de cien, podría haber cumplido tres o cuatro. Supongo que soy una chica miedosa a la hora de ver que hay que arriesgarse. Y aunque el dicho diga "ojos que no ven, corazón que no siente"; hoy intento ver un poco menos.



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