viernes, 20 de julio de 2012

Buenos días, mi princeso.

No estoy segura de si soñé toda la noche contigo... Pero si puedo asegurarte que me desperté sonriendo. Recordándote a ti. A tu risa. La verdad es que nada más abrir los ojos abracé la almohada pensando que eras tú, lo asimilé y no sabes como me reí, supongo que nada más despertarme no sé ni quién soy yo. Subí las escaleras que llegaban a un lugar más claro. Si, maldito sol que quiere despertarme tan temprano... Voy a hacerme mi peculiar desayuno. Aunque la verdad es que me moría por la ración de besos del anterior menú. Pero mejor me quedo sin desayuno, el cliente siempre tiene la razón y esta vez no pude pedir lo que quería. Me quejaré a la mujer que duerme en el sofá;  "estudia y dejate de tonterías". Vale, sí, tenía que ser mi madre. Bueno que menos que una buena ducha. Pero... Maldita sea, otra cosa que me pedí contigo. ¿Me odias o qué? Bah. Eso no se me pasa ni por la cabeza. Pongo una canción, siempre me gustó bailar mientras el agua me caía por encima. Cualquiera diría que estoy loca, pero es que si no no me despierto. Creo que te echo de menos. Bueno con cada cosa que hago, te siento más cerca. Mmm... ¿La camiseta huele a ti? Pero, ¿hasta la ropa se vuelve en mi contra? Yo no se tú, pero con tanta tontería me estoy dando cuenta que cuando te vea no te voy a dejar escapar eh... Solo quiero que al llegar a mi cuarto encima de mi cama estés tú, no la ropa que dejé ayer tirada. Maldita realidad. Hoy solo estaba la ropa, y mis te echo de menos escondidos bajo la almohada. Te quiero princeso. Algún día, se cumplirá. Los imposibles no existen, y eso te lo digo mientras me tumbo un poco menos contenta que antes pero con incluso más ganas que nunca.



No hay comentarios:

Publicar un comentario