miércoles, 25 de julio de 2012

El poder de los sueños.

Vivimos con la ilusión de que levantarnos por la mañana con la persona que queremos es la mejor sensación del mundo. Quizás es que no sea muy romántica, o que me guste más echar de menos que tener tanto tiempo muerto en miradas y así, aprovecharlos más tarde en tener más ganas de besarnos.
Me gusta ver que se impacienten por verme porque se me retrasó la hora del reloj en ponerme y quitarme la ropa para conseguir la perfecta. Que más dá dirías tú, si luego te la acabarás quitando. Me gusta imaginar lo que sería la noche inolvidable con esa persona, pero no tener el desayuno típico de cualquiera. ¿Por qué no probarnos mutuamente? Así no hace falta que te lo lleve hasta la cama... Que vayas al cuarto de baño mientras estoy a punto de ducharme y sorprenderme con la frase de: ¿ahorramos un poco de agua? Nada, contigo trato de ahorrar de todos los modos que existan, menos mal que no cobran por caricias. Que des al botón de parar el tiempo y que nos quedemos ahí. Sin nada que decir. Porque todo está dicho. Y despertar. En ese momento donde te mueres por saber que ocurre en el segundo siguiente, despiertas. Sonríes y dices... Que ganas de volverte a soñar.

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