martes, 3 de enero de 2012

28 de aquel Noviembre que olía a viejo

Y entre tontería y tontería ya ha pasado un mes. 28 de aquel Noviembre que olía a viejo. Y que tú cambiastes desde entonces. Cada noche, aquellas sábanas helaban de frío y, mantenían mi cuerpo caliente. Eras tú el causante de que me despertara cada dos horas con la pesadilla de perderte. La manía tonta de echarme de menos. O la simple forma de querer verme cada segundo que pasaba. ¿En tanto nos hemos convertido en este pequeño tiempo? ¿Tan lejos hemos llegado? Me puse aquella meta de 700 km contigo, pero llegamos a superarlos tan rápido que parecía que en vez de días habían pasado años. Mil historias que contarnos. El querer y no poder. De que esta chispa que nos une nunca desaparezca. Maldita la hora en la que te perdistes en mi cabeza. Y maldita sea no poderte ir a ver ahora. Que nos perdonemos cada error comiéndonos a besos. Y que tu cuarto sea testigo de toda nuestra pasión. Quizás es demasiado rápido pero la vida está para vivirla y para equivocarse; no para centrarse en lo perfecto de las cosas. No quiero resumir este pequeño cuento de hadas, pues no es más que el principio de una historia... Nuestra historia. Escrita por nosotros mismos. Con el latido de nuestro corazón y las risas que cerraron un día nuestras heridas. Nuestra compañía, o simplemente el gesto de nuestra admiración. No quiero aburrirte, pero no me queda otra que escribirte. Demostrarte con cada palabra que el mundo es menos malo porque existes. Y que gracias a ello ahora estoy donde estoy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario